Te puede hacer mal

El Principio de Sincronicidad

| martes, 17 de marzo de 2009
(Si bien no me gusta, me voy a tomar el atrevimiento de escribir este post en primera persona)

Hace un tiempo soñé que internaban a mi abuela. Esa misma tarde mi viejo me llamó para contarme que dos días antes la habían internado, pero que ya estaba bien. Dos días después soñé que le daban el alta. Al otro día, mi viejo me dijo que el día anterior, efectivamente, le habían dado el alta.

Al parecer, esto sería una mera casualidad. Pero hay un pensamiento filosófico, creado basicamente por C. G. Jung, que se llama "Sincronicidad". ¿De qué se trata? Uno cuando hace algo, espera sus consecuencias. Cuando uno hace "A", espera como respuesta "A1, A2, A3, etc." y cuando hace "B", espera "B1, B2, B3, etc". Pero cuando uno hace "M" y una de las respuestas es "V54", entra en juego la sincronicidad.

Veamos algunos ejemplos del propio Jung:

Una joven paciente soñó, en un momento decisivo de su tratamiento, que le regalaban un escarabajo de oro. Mientras ella me contaba el sueño yo estaba sentado de espaldas a la ventana cerrada. De repente, oí detrás de mí un ruido como si algo golpeara suavemente la ventana. Me di media vuelta y vi fuera un insecto volador que chocaba contra la ventana. Abrí la ventana y lo cacé al vuelo. Era la analogía más próxima a un escarabajo de oro que pueda darse en nuestras latitudes, a saber, un escarabeido (crisomélido), la Cetonia aurata, la «cetonia común», que al parecer, en contra de sus costumbres habituales, se vio en la necesidad de entrar en una habitación oscura precisamente en ese momento. Tengo que decir que no me había ocurrido nada semejante ni antes ni después de aquello, y que el sueño de aquella paciente sigue siendo un caso único en mi experiencia.

C. G. Jung, Sincronicidad como principio de conexiones acausales.

Veamos otro:

La mujer de un paciente mío de cincuenta y tantos años me contó una vez en una conversación coloquial que, cuando murieron su madre y su abuela, se congregó, ante las ventanas de la habitación de las fallecidas, un gran número de pájaros, cosa que yo ya había oído contar más de una vez a otras personas. Cuando el tratamiento de su marido estaba a punto de concluir porque había desaparecido la neurosis, le aparecieron unos síntomas leves que yo atribuí a una afección cardíaca. Lo remití a un especialista que, tras el primer examen clínico, me comunicó por escrito que no le había encontrado nada que fuera motivo de preocupación. Cuando mi paciente regresaba a casa tras esta consulta (con el informe médico en el bolsillo), se desplomó de repente en plena calle. Cuando lo llevaron a casa moribundo, su mujer ya estaba inquieta y asustada porque, al poco rato de haber marchado su marido al médico, se había posado en su casa una bandada entera de pájaros. Como es natural, inmediatamente recordó los similares sucesos que habían tenido lugar a la muerte de sus parientes, y se temió lo peor.

C. G. Jung, Sincronicidad como principio de conexiones acausales

Prometo ampliar más cuando consiga más información.


Carl Gustav Jung