Hace varios meses que no tengo el gusto de consumir el dichoso producto, pero mis dudas para los que lo hacen a menudo son las siguientes:
1) ¿Qué es lo que los lleva a comprarlo?
2) ¿Realmente los refresca? ¿Les saca el hambre/la sed?
Suponiendo que la respuesta a la segunda pregunta en la mayoría de los casos va a ser negativa, ya podría elaborar una conclusión. Así y todo, a los que me digan que sí los refresca y les saca el hambre/la sed, les puedo decir que un cuarto de helado en alguna heladería como dios (¡si es que existe!) manda, con tres gustos bien cremosos, juega muchísimo más que ese cono pseudo derretido y, por demás, pequeño.
Es por esto, que me animo a concluir: todo el que consume el famoso "conito" de McDonald's, no lo hace por una necesidad de saciar su instinto físico, sino por saciar su instinto mental, su apetito cultural de permanecer por al menos 30 segundos dentro de un mundo extranjero. En fin, $2,50 (o lo que cueste ese famoso producto) no es el precio asignado al bien, sino que es el costo por saciar las necesidades de consumo que al ser humano le inculcan de pequeño.
Y así, "Doña Rosa" vuelve contenta a su casa con un ticket de Arcos Dorados y una servilleta arrugada con una M muy conocida marcada en el medio.