¿Qué dirían si les cuento que tengo un primo de 10 años que se llama Carlos Saul? ¿Ya les conté de otro primo de 30 años que se llama Jorge Rafael? Está demás decir que esos datos no son ciertos, pero en caso de que lo fueran, cualquiera pensaría que si bien con mis primos está todo bien, mis tìos son unos reverendos hijos de puta.
En esta ocasión, he confeccionado una lista de Adolfo's nacidos en la década del 40, a saber:
- Adolfo Rodríguez Saa (ex presidente argentino) - Nacido en 1947
- Adolfo Polack (compositor clásico peruano) - Nacido en 1944
- Adolfo Zaldívar (senador chileno) - Nacido en 1943
- Adolfo Aristarain (director y guionista de cine argentino) - Nacido en 1943
Si bien cada uno aporto lo suyo a la humanidad (algunos para bien, otros para mal), no se puede negar que sus padres, o aquel que les puso el nombre, tendrían una clara admiración al más famoso Adolfo de la década del 40.
Así que la próxima vez que pregunten tu nombre, pensalo bien, pensá el contexto histórico en el cual naciste, y ante la duda, afirma con tu mejor cara de poker: "Me llamo Raúl".
¡4,5 millones de litros es demasiado!
Todos los años, sólo en Argentina se consumen 4,5 millones de litros de helado de McDonald's. Esa cantidad corresponde a vaya uno a saber cuantos millones de los famosos "conitos" de McDonald's (y en este caso no estamos teniendo en cuenta los equivalentes de Burger King o competencias similares), y una buena cantidad de pesos argentinos.
Hace varios meses que no tengo el gusto de consumir el dichoso producto, pero mis dudas para los que lo hacen a menudo son las siguientes:
1) ¿Qué es lo que los lleva a comprarlo?
2) ¿Realmente los refresca? ¿Les saca el hambre/la sed?
Suponiendo que la respuesta a la segunda pregunta en la mayoría de los casos va a ser negativa, ya podría elaborar una conclusión. Así y todo, a los que me digan que sí los refresca y les saca el hambre/la sed, les puedo decir que un cuarto de helado en alguna heladería como dios (¡si es que existe!) manda, con tres gustos bien cremosos, juega muchísimo más que ese cono pseudo derretido y, por demás, pequeño.
Y así, "Doña Rosa" vuelve contenta a su casa con un ticket de Arcos Dorados y una servilleta arrugada con una M muy conocida marcada en el medio.
Hace varios meses que no tengo el gusto de consumir el dichoso producto, pero mis dudas para los que lo hacen a menudo son las siguientes:
1) ¿Qué es lo que los lleva a comprarlo?
2) ¿Realmente los refresca? ¿Les saca el hambre/la sed?
Suponiendo que la respuesta a la segunda pregunta en la mayoría de los casos va a ser negativa, ya podría elaborar una conclusión. Así y todo, a los que me digan que sí los refresca y les saca el hambre/la sed, les puedo decir que un cuarto de helado en alguna heladería como dios (¡si es que existe!) manda, con tres gustos bien cremosos, juega muchísimo más que ese cono pseudo derretido y, por demás, pequeño.
Es por esto, que me animo a concluir: todo el que consume el famoso "conito" de McDonald's, no lo hace por una necesidad de saciar su instinto físico, sino por saciar su instinto mental, su apetito cultural de permanecer por al menos 30 segundos dentro de un mundo extranjero. En fin, $2,50 (o lo que cueste ese famoso producto) no es el precio asignado al bien, sino que es el costo por saciar las necesidades de consumo que al ser humano le inculcan de pequeño.
Y así, "Doña Rosa" vuelve contenta a su casa con un ticket de Arcos Dorados y una servilleta arrugada con una M muy conocida marcada en el medio.
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